1. Rezar.

Esto puede parecer obvio, pero cuando estás inquieto, es fácil llenar el tiempo con hábitos de este mundo, en lugar de profundizar en la oración. Lee las Escrituras, pasa tiempo en adoración y pídeles a otros que se unan contigo para orar, mientras buscas la voluntad de Dios.

2. Esperanza.

No la esperanza que tiene un niño cuando desea un unicornio por su cumpleaños, sino la que ponemos en Cristo Jesús, confiados en su fidelidad y fortaleza para sostenernos. Romanos 15, 13 dice: “Que el Dios de la esperanza los llene de alegría y de paz en la fe, para que la esperanza sobreabunde en ustedes por obra del Espíritu Santo.”. Sé paciente, en tanto esperas que Dios te guíe.

3. Conectar.

Busca activamente oportunidades para ampliar tu red de contactos. Tómate el tiempo para identificar los talentos que Dios te dio y encuentra formas de usarlos para el bien de los demás. Dale al Espíritu Santo la oportunidad de hablar a través de otros. Conéctate con personas que tienen roles que valoras o te interesan; pregúntales sobre su recorrido y estate abierto a su sabiduría.

Nuestro Padre desea que seamos felices, y en Él encontramos la verdadera felicidad. Decide buscar activamente Su voluntad, mientras reflexionas sobre esta oración de santa Teresa de Lisieux: “Jesús, ayúdame a simplificar mi vida, aprendiendo lo que quieres que sea y convirtiéndome en esa persona”. Amén.