San Patricio, el amado patrón de Irlanda y renombrado como el obispo que trajo el cristianismo a ese país, usó el trébol de tres hojas para enseñar acerca de la Trinidad; asimismo, escribió la oración que se recita a menudo, que comienza con Cristo conmigo, Cristo delante de mí, Cristo detrás de mí... Pero ¿sabía que ni siquiera era irlandés?

Patricio, hijo de un funcionario romano, nació en Gran Bretaña. Según su Confessio, fue secuestrado por piratas irlandeses cuando era joven y pasó seis años esclavizado, cuidando ovejas en el desierto irlandés. Durante este aislamiento y privación, Patricio escribe que a menudo rezaba cientos de veces al día, pidiendo la protección y guía de Dios. Finalmente, escapó y viajó 200 millas para abordar un barco que navegaba hacia Gran Bretaña. Después de un arduo viaje, finalmente regresó a casa.

Luego, cuando tenía poco más de 20 años, tuvo un sueño después de regresar a casa, el cual lo inspiró a estudiar para el sacerdocio y se ofreció como voluntario para regresar a Irlanda después de la ordenación. Reconociendo el potencial que tenía el conocimiento de Patricio sobre el idioma y la cultura de dicho país, su obispo lo ordenó obispo de Irlanda cuando murió el primer obispo irlandés.

Patricio visitó partes de Irlanda donde ningún misionero había viajado. Aunque a menudo fue amenazado e incluso encarcelado, predicó audazmente a los reyes irlandeses más influyentes.

A pesar de esta resistencia, recorrió la isla durante 40 años, humildemente agradecido a Dios Padre e inspirado con alegría por el Espíritu Santo, para predicar sobre Jesucristo, el Hijo de Dios.

Antes de su muerte, alrededor del año 460, el entusiasmo compasivo de Patricio había convertido efectivamente a miles al cristianismo. Los sacerdotes y religiosos formados en los numerosos monasterios y conventos que estableció difundieron el cristianismo en el norte de Europa para inspirar a más misioneros. Los emigrantes irlandeses han extendido su amor hacia él por todo el mundo.