By Pete Burak | GETTY IMAGES/KALAWIN |  May 2021

Hacer fructífera tu oración de intercesión

Hay algo refrescante y noble en la fiel abuela que reza fervientemente, Rosario tras Rosario, por sus hijos y nietos. La fe constante, la devoción inquebrantable y la creencia genuina en el poder de sus oraciones inspiran admiración, pero también, a menudo, preguntas ocultas y tácitas. ¿En realidad importa? ¿Está Dios realmente escuchando y respondiendo sus oraciones?

Antes de dar tres consejos para una oración de intercesión fructífera, tengo una confesión. Todos tenemos personas por las que hemos prometido orar, y todos hemos pasado tiempo hablando con Dios en nombre de los demás. Sin embargo, he descubierto que, con demasiada frecuencia, mi enfoque de la oración de intercesión es tibio, sin inspiración, inconsistente y sin mucha fe en que algo logrará. Incluso ahora, mientras escribo estas palabras, estoy avergonzado y consternado por esta forma de pensar. Jesús, perdóname por dudar de que estás escuchando, que te preocupas y que tus respuestas, aunque sean diferentes a las que yo prefiero, son buenas, verdaderas y amorosas.

La línea de partida de la oración de intercesión es la fe. Debemos creer que tenemos un buen Padre que siempre escucha y es fiel. El Señor escudriña en la tierra, en busca de aquellos que se preocupan lo suficiente como para clamarle. Como revela Ezequiel 22:30, “Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé.” No hay tiempo que perder: nuestro mundo, familias y amigos nos necesitan ante Dios, pidiendo su misericordia y gracia para llenar sus vidas. Así es como podemos comenzar:

  • Ora en el Espíritu. El Espíritu Santo es el Abogado Divino. El capítulo 8 de Romanos nos recuerda que el Espíritu, unido a nuestro espíritu, nos permite clamar “Abba, Padre”. El Espíritu nos une a Cristo, que nos lleva al Padre, y el buen Padre siempre escucha a sus hijos.
  • Sé específico e intencional. Las oraciones generales están bien, pero orar por necesidades específicas nos ayuda a aclarar qué es lo que deseamos que Dios haga por nosotros. También nos permite ver con mayor claridad cuando nos responde. Cuando lo vemos moverse, inspira más fe en nosotros y en quienes interceden con nosotros. Él nunca rechaza la solicitud más pequeña y específica, ¡así que dígale exactamente por qué está defendiendo!
  • Empareja la intercesión con el ayuno. Este último no es divertido, pero es poderoso. Al unir nuestro sufrimiento con Jesús, participamos en la acción suprema de intercesión (la muerte de Cristo en la cruz) y desatamos misteriosamente una nueva abundancia de gracia sobre nosotros mismos y aquellos por quienes estamos orando.

No hay nada llamativo en la oración de intercesión fiel, pero Dios se da cuenta. Así que la próxima vez que digas: "Rezaré por usted", hazlo en serio, asume el deber y protégelo.