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Menos es más durante la Cuaresma

¿Por qué no prescindir de la corteza mantecosa?

“¿Quién es, Señor, el que no come un poco más de lo necesario?” - San Agustín

Me encantan todos los alimentos para el desayuno, y el quiche está entre mis favoritos. Pero la mayoría de las veces me siento mal del estómago, si me he excedido con la rica combinación de huevos y queso que contiene la masa. Me recuesto en la silla, coloco una mano sobre mi estómago y me pregunto en voz alta mientras miro mi plato vacío: "¿Por qué hice eso?"

¿Por qué con ciertos alimentos sabemos que debemos dejar de comer, pero no lo hacemos? Nos excedemos. Así es con el pecado. Lo que sabe agradable al comienzo nos hace suspirar más tarde en voz alta: "¿Por qué hice eso?" A veces no sabemos cuándo decir "basta".

Durante la Cuaresma, dos formas principales en las que nos acercamos más a Cristo son la abstinencia y el ayuno.

La abstinencia es el acto de evitar algo o abstenerse de ciertos alimentos. Pero también es una virtud que nos ayuda a darnos cuenta de cuándo debemos parar, si hemos consumido suficiente comida o bebida. Al “practicar” las autolimitaciones, ejercitamos los músculos espirituales para ser más fuertes en nuestra batalla contra la tentación.

Ya sea luchando contra el apetito en nuestro vientre o una tentación espiritual más grave, ayuda encontrar hábitos de eficiencia y escasez en nuestras vidas que eviten la “ocasión de pecado”. Entonces, en cuanto a mi quiche, he decidido que mis límites deben ser cuando llegue al borde grueso y mantecoso del pastel. Es justo ahí donde necesito encontrar una manera de dejar el tenedor. ¡Y lo he conseguido! … con la siguiente receta, que evita la corteza por completo.

Less is More During Lent

Michellle Sessions DiFranco es diseñadora y ocupada madre de tres hijos.

Read this article in English! (Versión en ingles)

Quiche de espinacas y champiñones sin corteza

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1 cucharada de aceite de oliva extra virgen

1 cebolla pequeña, finamente picada

1 taza de champiñones en rodajas

1-2 dientes de ajo picados

1 taza de espinacas picadas (frescas o congeladas)

1 taza de queso asiago o gruyere rallado (o tu favorito)

6 huevos grandes

¾ de taza de leche entera o leche de 2%

½ cucharadita de sal

¼ de cucharadita de pimienta negra molida

Precalentar el horno a 350 grados. Engrase o rocíe con spray antiadherente un molde para pastel de 9 pulgadas de profundidad y póngalo a un lado. Si está usando espinacas congeladas, asegúrese de que estén escurridas.

En una sartén grande, caliente el aceite de oliva extra virgen a fuego medio-alto. Cocine las cebollas y los champiñones hasta que se ablanden (alrededor de 6-7 minutos). Agregue el ajo y las espinacas y cocine por otros 1-2 minutos (o menos, si usa espinacas congeladas). Apague el fuego.

En un tazón, mezcle los huevos, la leche, sal y pimienta hasta que estén bien combinados. Agregue la mezcla de champiñones y espinacas, seguido del queso rallado. Vierta en el molde preparado.

Hornear durante unos 45 minutos o hasta que los huevos estén cuajados. Dejar enfriar un poco antes de rebanar y servir.